El "protector de estómago" es una frase que se ha puesto de moda en los últimos años. Todo el mundo la utiliza de forma cotidiana. Además se le ha dado un enfoque que no me gusta. Cuando decimos protector estamos indicando que eso nos va a prevenir que algo nos ocurra. Los protectores solares, que también están de moda, si que los nombramos correctamente. Evitan que la exposición al sol sea demasiado intensa y lesione nuestra piel.
Pero con nuestro estómago ¿es correcto tomar un medicamento para protegerme de algo que no me tiene por qué pasar?. El protector de estómago lo tomamos por distintas circunstancias, alguna de las cuales no se ajusta a criterios médicos y obedece más bien a los consejos del amigo, vecino o pariente que se ve con capacidad para recetar medicamentos. Hace muchos años cualquier alteración digestiva la resolvíamos con bicarbonato en el agua durante las comidas, era el truco de nuestros abuelos. La evolución científica demostró que no era la mejor forma porque podía modificar el ph del organismo, dar efecto rebote con más ácido y las dosis eran poco rigurosas. Por todo ello surgieron los antiácidos (almax, secrepat, rennie,...). Durante mucho tiempo han sido los líderes de la acidez gástrica, la úlcera, la gastritis, y de los problemas digestivos en general. Han sido (y son) muy seguros y eficaces.
Pero la investigación no paraba y aparecieron los antihistamínicos H2, un grupo de fármacos que controlaban durante más horas la acidez gástrica y eran por tanto mucho más cómodos. La cimetidina fue la primera en aparecer pero por culpa de sus efectos secundarios pronto dejo paso a sus hermanas pequeñas, famotidina y ranitidina, más seguras y eficaces que pronto coparon las estrategias terapéuticas.
Llegaron los años 80 y surgió un nuevo grupo de medicamentos con un nombre raro: inhibidores de la bomba de protones. Simplemente por el nombre del grupo ya parecía un medicamento explosivo, una revolución y resultó serlo. En aquella época un envase de 14 comprimidos para el tratamiento de 2 semanas costaba 5.000 pesetas. Parecía destinado a grupos minoritarios por un precio tan alto. Pero resulto ser eficaz y mucho, hoy lo conocemos casi todo el mundo y lo llamamos por su nombre: OMEPRAZOL.
Su precio ha bajado mucho: 2,40 € el envase de 28 comp. para un mes de tratamiento. Esta circunstancia que sin duda es muy buena, hace que nos encontremos por el modo de vida actual con un problema nuevo. La información fluye con mucha rapidez, internet, redes sociales, los precios bajan y la sociedad de consumo lo devora todo. El mal llamado "protector de estómago" se tiene en casa como las patatas o los macarrones, a mano siempre. Si vas a una comida que supones abundante, a una larga salida nocturna, o porque te tomas otro medicamento que consideras "fuerte" tu protector de estómago va contigo, no falta en el botiquín doméstico. Y sin embargo es un medicamento que necesita receta, como ??, Receta para un omeprazol? Pues sí. Y nos preguntamos quien tiene la culpa de este extraño laberinto del que nadie sabemos salir. Medicamentos buenos, muy conocidos (quizá demasiado), de bajo precio, que muchas personas piden y que necesitan receta médica. Pues habrá que reflexionar sobre ello, que cada uno saque sus conclusiones. Es Salud, es comodidad, es libertad, es abuso, es farmacovigilancia, cuantas cosas hay que valorar.
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ANTENY
A0d52Rmt - 17/01/2023 23:55