El cannabis es la droga ilegal más consumida en el mundo, en los últimos años su consumo ha aumentado considerablemente, sobre todo entre adolescentes y jóvenes. Nos preguntamos que riesgos y consecuencias tiene sobre nuestro organismo el consumo habitual de cannabis.
El consumo habitual provoca una serie de daños orgánicos y psicológicos:
El hecho de fumarse sin filtro, aspirando profundamente el humo hasta los pulmones favorece la aparición de enfermedades como bronquitis, enfisema o cáncer de pulmón.
Como altera el sistema cardio-respiratorio provoca taquicardia y las personas con hipertensión o insuficiencia cardiaca pueden empeorar sus síntomas.
Aumento de la incidencia de depresiones y psicosis.
El impacto psicológico tiene una especial relevancia:
Disminuye las funciones de atención, concentración, abstracción y memoria, por tanto obstaculiza el aprendizaje.
Puede provocar reacciones agudas de ansiedad.
En personas con predisposición a padecer trastornos mentales puede provocar su aparición o los que ya se padecen agravarlos.
Esta tabla resume el mecanismo de acción del cannabis sobre la memoria. El cannabis, esquematizado por THC (en verde) llega a las células astrogliales del hipocampo y se une a su receptores CB1. Estas células entonces envian un neurotransmisor, el glutamato, en la terminal presináptica de las neuronas. En respuesta, se obtiene una alteración de la memoria de trabajo. El cannabis que se fija a los receptores CB1 de las neuronas no tienen ninguna influencia en los procesos de memorización. © Inserm
El consumo continuado de cannabis produce adicción. La adicción aparece entre el 7 y el 10% de las personas que lo han probado y en 1 de cada 3 de los que lo consumen habitualmente.
Síntomas que hacen sospechar dependencia de cannabis:
Abandono del grupo de amigos no consumidores.
Desinterés por actividades que no tengan relación directa con el consumo.
Preocupación por disponer de cannabis.
Uso compulsivo de cannabis.
Problemas de rendimiento escolar o laboral.
Irritabilidad, agresividad, inquietud, nerviosismo, disminución del apetito y dificultades para dormir, que ceden al consumir cannabis.
La edad de inicio en el consumo del cannabis parece ser un factor determinante en la aparición y gravedad de las consecuencias negativas de su consumo. Así, los problemas y trastornos parecen ser más pronunciados entre aquellos que inician el consumo antes de los 16 años, probablemente con relación a que el cannabis provoca cambios neurobiológicos durante determinados periodos del desarrollo del cerebro.